Tenía por procesar muchas fotos de esta serie que el año pasado pude realizar una tarde del mes de Mayo, y ya tenía ganas de que estuviesen estas fotos aquí en el blog. Llevaba controlando la colonia durante los dos años anteriores, y por fin el año pasado me decidí a intentar algunas sesiones con ellos por primera vez, porque ya conocía sus hábitos en la zona y no fue difícil, les coloqué un posadero antes de que viniesen en primavera, y cuando llegaron lo aceptaron desde el primer día, y aunque tenía permiso del propietario del terreno, no coloqué ningún escondite fijo, y esto fue lo mas complicado, porque recelaban del hide portátil. Pero una tarde ya, al tercer o cuarto intento aceptaron ese bulto raro que se colocaba allí cerca de vez en cuando los domingos, y se dejaron hacer estas fotos, que por otro lado tienen bastantes errores y son muy mejorables, pero espero subsanarlos este año en algún otro intento si vuelven a establecerse en el mismo sitio. El palito sigue allí colocado....
A parte de los típicas poses de estos abejarucos, donde ya se le aprecia ese desgaste en el pico producido por cavar la larga galería en la tierra para construir su nido, pude hacerles bastantes fotos mientras hacían sus estiramientos de alas
durante toda la tarde, que además tenía luces cambiantes debido a las nubes que cubrían el sol de vez en cuando, el macho estuvo cazando abejas para entregarlas a la hembra a modo de regalito de cortejo, fueron muchísimas cebas las que le aportó esa tarde, ahí va una muestra de estos momentos de cebas, que a mi personalmente son los de los momentos en los que mas disfruté fotografiando a esta especie.
Desde luego pude comprobar que son grandes consumidores de abejas, fueron las únicas presas que les vi comerse.
Otro de los momentos que mas me gustó fotografiar, fue a ese ejemplar expulsando una enorme egagrópila, una gran bola con restos de comida no digerida que expulsan las aves. De hecho, el suelo debajo del posadero estaba lleno de egagrópilas, síntoma inequívoco de que utilizaban el palito que había colocado para fotografiarlos.
Después de tanto regalito del macho, al final la hembra accedió a sus pretensiones, y llegó la cópula, otro momento que me encantó fotografiar de la vida de estas preciosas aves multicolor, y era la antesala a la nueva generación que luego posteriormente pude ver volar.
Después cada uno a lo suyo, acicalarse el plumaje, vuelos de caza, sacar tierra del nido en el suelo, etc,...
Otra de las cosas que mas me gustó es poder compartir la experiencia con los amigos, que también les hicieron unas fotos a estos abejarucos emeritenses.
Ya estoy deseando volverlos a escuchar en el campo, ya queda poquísimo para eso, y lo volveremos a intentar este año para mejorar estas tomas.
Con el equipo de siempre: Olympus E-510 + Zuiko 70-300 + trípode + silla hide + rede de camuflaje.
muchas gracias a todos por los comentarios a la entrada anterior.